Recientemente han aparecido artículos críticos
con la universidad, señaladamente este de Gemma Galldon en El
País y otro, del que me siento mucho más próximo, de Victor Alonso
Rocafort en El
diario.
No me reconozco
en parte del retrato que parece derivarse de ambos artículos. Ni por haberlo padecido ni, Hegel me libre, por practicarlo.
Que
yo no me reconozca o no reconozca mi laborar cotidiano, ni quienes lo acompañan,
no quiere decir que cuanto denuncian no exista. Existe, sin duda. Fundamentalmente el uso perverso del modelo de asociado, la precarización intolerable del profesorado y la opacidad en los concursos.
Establecido
queda.
Me gustaría hablar de una cuestión más específica: la relación formativa. Es algo que ambos artículos cuestionan. Es algo que toca el nervio de la relación pedagógica y científica. Yo he escrito tesis (dos y casi tres) y he dirigido tesis y el de la formación es para mí el centro de la vida universitaria. Fui bien tratado y me gustaría tratar bien.
Me gustaría hablar de una cuestión más específica: la relación formativa. Es algo que ambos artículos cuestionan. Es algo que toca el nervio de la relación pedagógica y científica. Yo he escrito tesis (dos y casi tres) y he dirigido tesis y el de la formación es para mí el centro de la vida universitaria. Fui bien tratado y me gustaría tratar bien.
Un poco abruptamente quisiera introducir una referencia. Epicteto
dice en una de sus máximas, la XXV: no te han llamado para un festín, un
discurso, o cun consejo y se han buscado a otro Continúa así (cito traduciendo del
francés): "Si no vas a visitar a las personas que cuentan, ¿cómo te podrían
recompensar igual que a aquellos que corren detrás de elos? ¿Cómo, si no
halagas a nadie, podrías obtener lo mismo que los que sí lo hacen? Has
rechazado pagar el precio de tales favores, ¿quieres que te los concedan por
nada?". A ese máxima le llamo Principio de Epicteto. Y lo tengo por guía
de vida. Cuando lo olvido me va fatal.
Cada
uno, insisto, habla de cómo le va la película y lo que voy a contar sólo habla de mí, si
es que consigo hablar correctamente.
Contaré un ejemplo.
Contaré un ejemplo.
Hace
años daba clases en varios master y doctorados que fui abandonando harto, completamente harto. Y
veamos la razón. Ciertos alumnos, muy radicales algunos de ellos, al menos los que
se relacionaban conmigo, mantenían una curiosa política. Se pegaban al mayor
gestor de recursos y luego intentaban sonsacarte cuanto pudieran para
su tesis. Por supuesto, eso lo escondían ante el gestor de recursos. Lo
peor es que también me lo escondían a mí. Una vez me di cuenta
de que alguien a quien creía mi doctorando (o más bien: me pedía información e implicación que solo puede exigir un doctorando a su director) era doctorando de otra persona.
Decidí aplicar lo que yo llamo el principio de Epicteto: no jugar los juegos que repudias es mucho menos costoso que jugarlos. Por tanto, no lo hagas y no te quejes de no obtener los beneficios de los que participan en el juego. Soportar problemas triangulares con tus alumnos es algo muy meritorio y costoso psíquicamente. Quienes son catedráticos por ello lo merecen mucho más que yo. Se lo han currado, vaya que sí. Yo tengo pocos doctorandos. Con los que tengo intento ir en serio y que ellos vayan en serio conmigo. Lo de ser claro, no siempre lo logro ni lo logran ellos porque la comunicación humana se encuentra asediada por los malentendidos. Pero se intenta.
Poder tengo muy poco así que al que viene buscando eso, lo desengaño.
Decidí aplicar lo que yo llamo el principio de Epicteto: no jugar los juegos que repudias es mucho menos costoso que jugarlos. Por tanto, no lo hagas y no te quejes de no obtener los beneficios de los que participan en el juego. Soportar problemas triangulares con tus alumnos es algo muy meritorio y costoso psíquicamente. Quienes son catedráticos por ello lo merecen mucho más que yo. Se lo han currado, vaya que sí. Yo tengo pocos doctorandos. Con los que tengo intento ir en serio y que ellos vayan en serio conmigo. Lo de ser claro, no siempre lo logro ni lo logran ellos porque la comunicación humana se encuentra asediada por los malentendidos. Pero se intenta.
Poder tengo muy poco así que al que viene buscando eso, lo desengaño.
La
universidad neoliberal tiene muchos problemas pero no proceden de una
omnipotente figura llamada mandarín que, como señaló Bourdieu, deriva de un seudoconcepto. El gran problema de la carrera académica es la
inexistencia de factores objetivados de promoción lo cual contribuye a que todo
el mundo pueda creerse el mejor o el más meritorio. En esa empresa de falsedad
colectiva, los insiders y los outsiders que desean ser insiders, colaboran. Nadie obliga a los
alumnos, a algunos de ellos, a elegir a algunos individuos que son
auténticos empresarios científicamente nulos. Los eligen porque los desean.
Sucede que luego la cosa otorga menos réditos de lo que se pensaba. Y ahí viene la queja y la decepción.
Sartre
llamaba mala fe a la tendencia a concebirse como resultado de procesos incontrolables.
Presentando la universidad como el reino del cinismo, cosa que yo no soy ni la
mayoría de mis colegas tampoco, se justifica a veces comportarse como tal: muchas veces. Jean Guitton, maestro de Althusser, sostenía: si todo es rosa nada
es rosa.
A
comienzos del siglo XX comenzó a labrarse la fobia médica contra la obesidad y
a legitimar como saludable los ímpetus cosméticos de las clases medias. Peter N. Stearns demostró que no fueron los médicos la clave del proceso. Fueron
las clases medias las que se lo impusieron a los médicos y estos acabaron
abriendo su agenda al movimiento de repudia de la gordura. Iban con buena intención: querían combatir la seudociencia y, muchos de ellos, por plegarse a la cosmética, acabaron practicándola.
Esta historia contiene dos lecciones: el mal no siempre viene de arriba, a veces es una presión de abajo, ajena a la institución. Quien juega un juego que le disgusta puede acabar como los médicos: sosteniendo barbaridades, acerca de los males de la gordura, asimilables a las de los practicantes de la seudociencia del adelgazamiento que, en principio, desearon contener.
Esta historia contiene dos lecciones: el mal no siempre viene de arriba, a veces es una presión de abajo, ajena a la institución. Quien juega un juego que le disgusta puede acabar como los médicos: sosteniendo barbaridades, acerca de los males de la gordura, asimilables a las de los practicantes de la seudociencia del adelgazamiento que, en principio, desearon contener.
La
universidad está regular o mal y mucho de lo denunciado en los artículos arriba citados es cierto. Pero como aseveraba Simone de Beauvoir de las mujeres y su opresión, todos
somos, profesores y aspirantes, mitad víctimas, mitad cómplices.
Y quizá sea conceder demasiado. Lo serán quienes que lo sean. Muchos intentamos dar buenas clases, leer las tesis propias y la de los tribunales a las que nos llevan y no mentir acerca de los futuros posibles. Muchos intentan hacer buenas tesis, ser leales con sus maestros y sus compañeros y renuncian a soportar al empresario que no lee ni la primera página. En la vida no se puede tener todo. Quienes no quieren pasar por ciertas humillaciones no pueden pretender los beneficios de los que lo hacen. Con su pan se lo coman.
Y quizá sea conceder demasiado. Lo serán quienes que lo sean. Muchos intentamos dar buenas clases, leer las tesis propias y la de los tribunales a las que nos llevan y no mentir acerca de los futuros posibles. Muchos intentan hacer buenas tesis, ser leales con sus maestros y sus compañeros y renuncian a soportar al empresario que no lee ni la primera página. En la vida no se puede tener todo. Quienes no quieren pasar por ciertas humillaciones no pueden pretender los beneficios de los que lo hacen. Con su pan se lo coman.
Eso
es lo que llamo mantenerse en el principio de Epicteto. No ayuda a triunfar
pero ayuda a vivir y a persistir en tu ser.
Comentarios
En toda esta crisis nadie defiende el cuerpo único de enseñantes o nadie contesta el privilegio absurdo de la investigación frente a la docencia o las jerarquías terribles entre los profesores.. Al contrario, algunos desean acentuarlas y lo que desean es que las nuevas jerarquías les favorezcan a ellos. Me parece muy significativo. Un saludo y gracias por tu lectura.
El principio de Epicteto. No ayuda a triunfar pero ayuda a vivir y a persistir en tu ser.
De acuerdo en la importancia de persistir en tu ser, aún ser siendo, pero no entiendo bien la correspondencia con la cita. podrías aclararme,
saludos.
Ana.