Ir al contenido principal

Libertad para moverse y enfrentarse


El libro de Skinner Hobbes y la libertad republicana se encuentra al nivel de La ontología política de Martin Heidegger de Bourdieu: libros cortos, intelectualmente exigentes y políticamente  fundamentales. El de Bourdieu nos enseñaba los tópicos conservadores que latían tras la antropología del ser humano de Heidegger. Skinner, por su parte, nos muestra la trama política en la que escribe Hobbes y cuánto influye ésta en su idea de libertad. La libertad de Hobbes, además, es el concepto hegemónico que tenemos de libertad. Me centraré aquí en este punto.


Hobbes escribe en los años de la revolución inglesa (1642-1688). Entre los partidarios del parlamento o entre los Levellers, se defendía un concepto de libertad de origen grecorromano. Hobbes lo dirá en el Leviatán: el griego y el latín, Tácito y el Digesto de Derecho Romano, están inundando de sangre el mundo. ¿Cuál es esa libertad grecorromana? La que insiste en que si vivimos bajo el favor de otro, no somos libres, por mucha riqueza que tengamos. La monarquía es tiránica y encierra incluso a su Corte entre cadenas de oro. Una persona es libre en tanto que pueda vivir sin introducir en sus cálculos el albur de otro. Por tanto, en una monarquía nadie es libre, incluso los dominantes, porque todos ellos deben introducir en sus planes la posibilidad de que el rey interfiera en sus planes. La dependencia, incluso de un amo benevolente, elimina la libertad.

Hobbes propone otro modelo de libertad. Cualquier régimen es idéntico dado que exige sumisión para lo único que puede hacer el poder público: proporcionar protección. Hobbes comenzaba su primera obra con una ilustración. En ésta se mostraba el conflicto entre Atenas y Esparta, respectivamente, modelo de Estado democrático y oligárquico. La vida política de Esparta se nos representa con unos aristócratas debatiendo de igual a igual con el rey Arquídamo. En Atenas, sin embargo, vemos a un orador ( Pericles) que habla a masas pasivas. Hobbes lo tenía claro: la democracia era una aristocracia (no reconocida como tal) de oradores y, en ocasiones, la tiranía de un orador. Los regímenes aristócráticos permitían más libertad y debate porque los mejores, que no tenían miedo entre sí (porque eran iguales), podían confrontar sus opiniones. Las masas, sin embargo, carecían de recursos para debatir libremente y eran seguidores de los demagogos o clientes pasivos de los poderosos -que les compraban sus voluntades-.

Tras el nihilismo respecto de los regímenes políticos, la defensa de la existencia de una libertad concebida a la manera de la física: como fuerza que puede o no ser obstaculizada por otro cuerpo. Todos somos libres por naturaleza (podemos movernos, enfrentarnos a otros, e incluso incumplir las leyes vivamos bajo el Estado que vivamos). Esa libertad ningún gobierno puede eliminarla, en primer lugar, porque nadie puede legislar sobre todo y, en segundo lugar, porque cualquier hombre puede oponerse a cualquier ley. Cualquier Estado nos quita la libertad ya que la única libertad que tenemos es la natural, la de eliminar los obstáculos; la perdemos cuando uno de esos obstáculos nos impide avanzar. Hobbes dice que esa libertad existe entre los salvajes y entre el sistema de Estados. Cualquiera que, para evitar la dureza y la brutalidad de la libertad natural, quiera entrar en un sistema político, ya está sujeto a una ley y por tanto está dominado. Hobbes es un conservador; enunciados similares encontramos en cierto Foucault y en el más alucinado anarquismo foucaultiano. Ambos parten del nihilismo político y de la exaltación de la libertad física. Foucault, precisamente, leyendo a los griegos y a los romanos se dio cuenta que por ese camino no se iba a parte alguna (pero sobre eso ya me he extendido). Una vez que entramos en una entidad política perdemos toda soberanía y pasamos a formar parte del cuerpo colectivo, del Estado.

Punto por punto enfrentado a la concepción republicana de la libertad: porque para ésta lo malo no son las interferencias, sino la existencia de poderes que amenazan nuestros planes de vida. Por otro lado, hay interferencias positivas que no provocan dominación. Y hay no interferencias negativas que, al dejar las relaciones de poder como están, incrementan la dominación. Skinner muestra cómo la visión de Hobbes de la libertad (como cuerpos que se mueven sin obstáculo) ha dominado el pensamiento liberal y se ha convertido en norma en nuestro tiempo. Pero considera que, intelectualmente, los argumentos de los Niveladores no han sido refutados. La lucha no es entre libertad e igualdad sino entre dos visiones de la libertad. La libertad no es una especie del género "cuerpo en movimiento con capacidad de resistencia". Es hablar con franqueza y sin miedo porque nada obliga a la adulación y al servilismo, porque nada le impide a uno mirar a la cara y decir lo que piensa. Se puede vivir en una tiranía haciendo muchas cosas, incluso siendo un ejemplo ridículo de perpetuum mobile (en lo laboral, lo político, lo moral, lo sexual: hoy lo vemos) y se puede ser libre, verdaderamente libre, siendo fiel a uno mismo (condición de ser fiel a los demás y al mundo en el que vive) y cultivando unas cuantas o muy pocas actividades. Hay mucho en este admirable libro para describir sociológicamente nuestro tiempo y enseña las virtudes que tiene para la imaginación política concreta la mejor historia de la filosofía.

Comentarios

Jose Antonio Cerrillo ha dicho que…
Muy bueno. Me gusta mucho la Escuela de Cambridge. Este no lo he leído, pero Skinner tiene otro librito muy interesante y que habla de cosas muy parecidas "Liberty before Liberalism". Muy recomendable.

Tampoco he leído el de Bourdieu. Como nunca me ha gustado cuando se intentaba meter en honduras filosóficas ni siquiera he hecho el esfuerzo, pero por lo que veo quizá me lo tenga que replantear.
José Luis Moreno Pestaña ha dicho que…
Muchas gracias José Antonio. Dale una oportunidad a Bourdieu, hombre :)
Jose Antonio Cerrillo ha dicho que…
No, si Bourdieu me encanta, es mi autor de cabecera. Lo que pasa es que cuando se pone a filosofar casi nunca me gusta, por eso no me había puesto nunca con el librito ese sobre Heidegger.
cientocincuentamillones ha dicho que…
Intervengo con pudor de diletante. Gracias, me lo pillo.Me ha recordado en gran medida a La teoría política del individualismo posesivo de MacPherson. Ahí se ve que no hay un salto tan tremendo entre Hobbes y Locke.
José Luis Moreno Pestaña ha dicho que…
Muchas gracias y bienvenidas sean todas tus intervenciones. Un abrazo y, efectivamente, señalas una gran pista.

Entradas populares de este blog

¿Qué es un foucaultiano?

Intervención ayer en Traficantes de sueños durante la presentación de Foucault y la política   ¿Quién es un buen lector de Foucault? Es uno que no toma de Foucault lo que le viene en gana, sino el que aspira a tener por entero el espíritu de Foucault “porque debe haber el mismo espíritu en el autor del texto y en el del comentario”. Para ser un buen lector de Foucault, un buen foucaultiano, deben comentarse sus teorías teniendo “la profundidad de un filósofo y no la superficialidad de un historiador” Es una broma. En realidad, el texto anterior resume "¿Qué es un tomista?", un texto del insigne filósofo de la Orden de predicadores Santiago Ramírez, y publicado en 1923. Pero los que comentan filósofos, Foucault incluido, siguen, sin saberlo, el marco de Ramírez. Deberían leerlo y atreverse a ser quienes son, tal y como mandaba Píndaro. El trabajo filosófico, desde esta perspectiva, consiste en 1.        Se adscriben a una doctrina y la comentan mediante par

Presentación de "La saga de los intelectuales franceses" y "Los pasados de la revolución"

 

Un clásico de la inteligencia crítica: Los Herederos

Este año se cumplen cuarenta años de la publicación de Los herederos. Los estudiantes y la cultura , el primer libro firmado por Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron. En esta pequeña nota me centraré en su principal aportación: la relación con la cultura como clave de las desigualdades. En principio, las desigualdades educativas parecen, ante todo, económicas. Bourdieu y Passeron se concentran en una parte muy significativa de los universitarios: los estudiantes de Letras de París. El libro, por supuesto, recibió enormes críticas, comenzando por el trabajo, muy próximo aunque polémico, de Christian Baudelot y Roger Establet, inspirado en Louis Althusser –quien proyectaba un libro sobre la escuela, para cuyos prolegómenos preparó su reflexión sobre la ideología . Baudelot y Establet consideraban que Bourdieu y Passeron, por su elección metodológica, hablaban como si el sistema educativo fuese común, cuando en realidad éste distribuía a la clase obrera y a